-El reloj de la Catedral estará en
mantenimiento por quince a veinte días-
Son cerca de las 10 de la mañana y don Rómulo
Ribera se levanta de su silla, junto a la boletería. Se alisa el traje y sube,
como desde hace 43 años, los estrechos escalones en caracol de la torre
poniente con el ritmo y la seguridad de relojero que es. Tiene en la muñeca
izquierda uno que nombra sólo como “desechable” y saca el Samsung en el que
confía a plenitud para poner en hora el principal reloj de la ciudad, en la
Catedral.
Los curiosos pueden verlo a través de una reja
que cierra tras de él cuando su impulso le indica que es hora de dar vueltas a
la manija que, con un sistema de pesos y contrapesos, mueve los engranajes del
reloj donado al municipio cruceño por la Casa Zeller y Mozer en primera la
mitad del siglo pasado. Desde que fue instalado, años después, marca los
cuartos de hora y las horas con el característico tañido de las campanas.
Don Rómulo fue convocado a ocupar esas
funciones en el año 1970, tras el fallecimiento del encargado Gumersindo
Álvarez. Era su ayudante porque venía de una casa de relojeros y ahora no sabe
quién podría sucederlo en el puesto y sus hijos no han demostrado tener interés
en el asunto. La llegada de los relojes electrónicos acabó hace mucho con su
oficio atendiendo al público y no tuvo más remedio que cerrar su taller, en la
calle Bolívar. Hoy ya no existe ni el inmueble.
Sin embargo, trabajo no le falta. Dada la
antigüedad de la máquina, con los años, muchas de sus piezas han tenido que ser
reemplazadas por adaptadas y los desperfectos, cada vez más frecuentes,
demandan medio día o días enteros para ser solucionados. En época de vientos
fuertes, también son recurrentes las quebraduras de las esferas de cristal y,
para reemplazarlas, tiene que buscar ayudantes. Aceites en botella, algunas
herramientas y trapos completan el cuadro en el cubículo de cristal que
encierra esta joya cuando don Rómulo está en acción.
-¿Qué se siente tener
el control del reloj que es el referente de la hora en la ciudad?
-La mayor parte de la gente no me conoce. No
saben. Recién cuando suben se dan cuenta de que hay alguien que le da cuerda.
Aparecen muchos turistas y sacan fotos y todo eso, al menos los domingos. Otros
pensarán que es electrónico como el de San Francisco, que cada vez que hay
relámpagos y truenos se descontrola…
-Debe estar cansado de
responder siempre las mismas preguntas…
-Sí, cuando se topan conmigo me preguntan de
dónde es el reloj, de cuándo, cómo funciona. No es problema porque mi
obligación es informar.
-¿Qué no le han
preguntado?
-Bueno, de dónde sé todo, dónde aprendí. Mi
padre era relojero, arreglaba pulseras y uno aprende. Tenía mi taller, de
Cotas, en seguida. Esa relojería la tuvimos que cerrar porque ya no daba ni
para el alquiler.
-¿Qué reloj usa usted?
-Este, desechable,
pero el que no falla es este otro (saca su teléfono celular). Es exacto. Con
este es que yo controlo la hora.
-Es un trabajo sin
fines de semana ni feriados…
-No hay día que no venga. Vivo detrás del
parque Industrial, por la Subalcaldía, pero en estos días lo voy a parar. Hay
que arreglar unos engranajes gastados y desarmar partes en la máquina. El reloj
va a estar parado quince a veinte días, lo que dure el trabajo con el torno.
Uno lleva las piezas y hay que esperar a la persona especialista, que es
ocupadísima. Cuando se llevó la máquina estuvo un mes y yo trajinaba mañana y
tarde. Han rellenado los ejes.
-O sea, que en esos
días todos tendremos que mirar la hora en el celular…
-¡Ja! Sí.
Foto:
Rómulo Ribera, el relojero de la Catedral
El historiador Carlos Cirbián complementa las
referencias sobre esta reliquia con los siguientes datos:
Don Emilio Zeller, socio
principal de la Casa Zeller Mozer & Cía. de Santa Cruz, desde su residencia
en Amsterdam, Holanda, mandó construir el Reloj de Carellón de esfera en 1938
para obsequiárselo a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra en ocasión de celebrarse
las Bodas de Oro de la conocida firma comercial, fundada en 1890. El referido reloj, fue embarcado en abril de
1939 con destino a Bolivia y tuvo un costo de Bs. 50.000; siendo colocado en la
torre poniente de la Catedral, en sustitución del antiguo reloj donado en 1884
por el empresario cruceño radicado en Sucre, Don Ovidio Suárez. ( Gabriel
Hollweg, Gabriel. 1995)
El antiguo reloj catedralicio fue traspasado a la iglesia de San Roque,
en la segunda mitad de la década de
1940.
Cabe añadir que los trabajos de conclusión definitiva de las torres de
la Catedral, es decir, con la altura y diseño que las conocemos hoy, comenzaron
en el año 1945 y concluyeron a mediados de 1948. El proyecto y ejecución de la
obra estuvo a cargo de los arquitectos, Demetrio Bruno Román, cruceño y Víctor
M. Terzolo, italiano.
*Nota: La mayor parte de los datos arriba mencionados , han sido
obtenidos del libro Alemanes en el
Oriente Boliviano, Tomo II, de Mario Gabriel Hollweg, Imprenta Sirena,
Santa Cruz de la Sierra, 1995.
Carlos A. Cirbián
Barros, Santa Cruz de la Sierra, abril de 2013.
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